Saturday, February 05, 2011

Azotea

La suela de su zapato hizo ruido al resbalar con un poco de arena que había sobre el alféizar. Se agarró con fuerza a una tubería de gas que tenía al lado. Paradójicamente, sintió miedo.

Quién no ha pensado en suicidarse más de una vez. Él no tuvo valor aquella tarde que pasó arañándose el antebrazo con una cuchilla de afeitar, consiguiendo unas marcas poco más profundas que el arañazo de un gato. Tampoco llegó a ingerir uno solo de los somníferos, de aquella caja que tuvo entre sus manos durante horas, una horrible mañana de domingo.

Miró hacia abajo, y la sensación de vacío hizo que se agarrara tanto a la tubería que su mano empezó a sudar. Su gabardina ondeaba ligeramente con la brisa. La temperatura era agradable, de principio de primavera, incluso se notaba algo de calor, para estar apenas en marzo. Se había aflojado la corbata, pero notaba la camisa empapada en sudor.

Cuanto más miraba los coches que recorrían la calle, los peatones que la cruzaban imprudentemente para llegar sanos y salvos a la acera contraria, más pequeños le parecían sus problemas, menos desgraciada le parecía su vida. Al fin y al cabo, todo tiene solución. Y entre sus anteriores intentos y este, había pasado buenos ratos, que habían valido la pena.

Pero era una persona testaruda. Opinaba que las decisiones hay que tomarlas siendo valiente, sin pensarlas en exceso. Así que, súbitamente, se impulsó sobre su pierna izquierda, y saltó.
Con el primer impulso, aún con trayectoria ascendente, antes de empezar a caer, se arrepintió.

El miedo es muy veloz, más que la gravedad. Se dio cuenta de que ésta no era una decisión, era un acto político, filosófico, de lucha, un desgarrador grito contra la vida que le había sido impuesta. Pero no era una decisión para tomar impulsivamente.

Aquel error le costó la vida.

Friday, February 04, 2011

Mi odisea para no marcharme de Orange

Todo empezó allá por el mes de diciembre, cuando caducó mi permanencia con Orange. Esperé, esperé y esperé y no me llamaron para ofrecerme nada.

A primeros de enero, pedí la portabilidad a Yoigo (sin permanencia con ellos). Orange me llamó a la hora para hacerme una oferta, que acepté. Sin embargo lo pensé bien, hice mis cuentas y concluí que no me salía rentable, si no todo lo contrario. Así que les llamé y cancelé dicho pedido, pero ya había cancelado la portabilidad, así que me quedé como estaba.

Hasta aquí todo mas o menos normal. Sin embargo, casi un mes después, repito la jugada (de la cual estoy en mi derecho). Pasan los días y Orange no me llama. El penúltimo día para anular la permanencia les llamo yo. Les digo que ahora mismo hacen mejores ofertas de portabilidad por la web que la que me hicieron a mí. Al final, después de un tira y afloja, me hacen una oferta un poco mejor que la anterior. A la hora de cancelar la porta a Yoigo, resulta que el departamento de grabación por voz está saturado, me piden que lo haga vía web. Así lo hago.

Esa misma tarde me llaman tres veces para que la repita, y lo hago. Al día siguiente llamo para comprobar que la cancelación de la portablidad está en marcha. La teleoperadora, argentina, con muy malos modos no solo me dice que no está hecha, si no que la portabilidad ya está aprobada, que no hay posibilidad de anularla. Le explico que la legislación española me da 7 días para cancelar la porta...pero me corta de mala manera, me dice que ellos trabajan así y que si quiero vuelva a llamar que me dirán lo mismo. Efectivamente, al rato llamo y... me dicen exactamente lo contrario, que la cancelación está en marcha y que el móvil llegará en dos semanas...de locos.

Como no me llegan los SMS de cancelación de porta vuelvo a llamar. ME dicen que no saben, que espere el SMS...pero no llega. Entonces YO mando los fax de cancelación. AL rato me llega un SMS de Yoigo confirmando...que me voy con ellos. Al día siguiente me llegan, por fin, dos SMS, de Yoigo y Orange, confirmando que me quedo en Orange. Ahora falta esperar el teléfono... si llega.